ETERNO BORRADOR DE UNA MENTE SIN TALENTOS

Como caderear al ritmo del tun-tun o como desarticularse en un flash de neón en sintonía con el Dj, pero bajo el amparo del La Literatura: o de hacer cualquiera pero con cara de inteligente.

viernes, 31 de octubre de 2008





A_ Lo extraño de cuando era niño es que no lo sabía. Sólo accedo a mi infancia cuando soy desterrado de ella.

B_ A mi primer perro, un ovejero alemán, le puse King. No lo supe hasta ayer, madre me contó que era hembra. Hoy, si fuera chico de nuevo, le volvería a poner King.

C_ Lo tenebroso de mi infancia fue que hubo muchas ocasiones en donde me porté como un adulto. Lo tenebroso de la escritura, es que encauza esas dos dimensiones, sin escoger ninguna.


A los 8 años, a tres cuadras de mi casa, vi a Padre salir de un departamento con una señora y tres nenas, todas rubias.
Madre nos había llevado en el auto a mis hermanos y a mí, a escondidas, siguiendo a papá. Sé que no entendía del todo lo situación, sé que mis hermanos más chicos tampoco. Madre estacionó detrás de un camión que distribuía lácteos, lo suficientemente grande para taparnos. Me pidió, sin explicarme nada, que bajara del auto y fuera hasta la casa de frente amarillo, la del garage semi-abierto. No pregunté nada. Un guión callado, una mano invisible, curtida, violenta, movía cada parte de los cuerpos. No pregunté nada, no afirmé nada. Descendí, caminé hasta la casa lindera del departamento, y los ví. Padre, sonriente, de la mano de una señora teñida de rubio, detrás de tres nenas, rubias ellas al natural. No sé si él me vió, pero inmediátamente dió una media vuelta y se metió al Depto.

Volvíamos en el auto. Hermanos jugaban al piedra-papel-tijera. Creo que siempre ganaba Hernán. ¿O era Melisa? No sé, perdían los dos, digamos. Los tres. Los cuatros. Volvíamos. Al llegar a casa, madre mandó a los chicos adentro. Una vez solos, me preguntó qué había visto. No miraba al asiento trasero, ni por el espejo retrovisor. Sus ojos estaban puestos a lo largo de la avenida que termina en la entrada del pueblo. O en la salida, según como se vea. Qué viste, Javi. Sé que no entendía la situación, sé que mis hermanos más chicos tampoco. Creo, ahora, que Madre aún menos.

No ví nada, mamá. No vi nada.

Piedra/papel/tijera.

martes, 28 de octubre de 2008



Como me dijo Álvaro en el primer evento: ¿qué mejor cosa se puede hacer un domingo a la tardecita que metegol, cerveza, algo de arte y sobre todo mucha gente copada para hablar? Nada. Los veo ahí!
"...el que llega último pierde..."
-retrato sin fe-

El movimiento:
una señora con una batón estampado en flores amarrillas
el paquete que se desliza por la hendidura de la puerta

-raspado en el mármol, los únicos sonidos que escuchamos,
los que vienen de afuera
los únicos que merecen escucharse-

El movimiento:
tritura el papel cartón con una fuerza
que no proviene
que no puede venir
de esas manos machacadas, pliegues de los años

-dos perros ladran a los costados
a veces los fantasmas
son tan mundanos que los saludamos sin darnos cuenta-

El movimiento sin meta:
cae al piso el contenido del sobre
también los brazos descienden en sintonía entre ellos
una brazada de fatiga en una piscina de arena.

-la pantalla del televisor
no reproduce ningún programa,
duplica sobre fondo negro la escena,
testimonia en silencio-

La quietud:
sobre el piso con residuos de tierra, de negligencia
una fotografía en sepia
la imagen está corrida o fuera de foco
pero es antigua.
Una niña sobre los hombros de un señor rústico
colinas, animales de granja, una tormenta avecinándose.
Todo fuera de foco.

A pesar de todo
en el pesar de todo
esa felicidad
que aún, a veces, podemos intuir.

viernes, 24 de octubre de 2008




"Había una vez...truz"

-crónica mínima-


/1/

Frente a su cuerpo tendido en la baldosas
un tacho de plástico,
en un ángulo izquierdo superior una rajadura
baja sin dirección precisa,
unas veces dibujando como una “S”
-una danza árabe detenida en una fotografía-
otras veces una línea recta que desciende sin prisa
-un suicida reflexivo, procesando su caída-
Sus dos manos recorren por el aire
esa geometría en transe,
mientras el pastor alemán lame sus bolas.
Si se pudiera,
habría que interrogar al perro por su mirada desatenta.

/2/
Insiste,
ahora tendido en el parqué del living,
con hacer prácticamente nada.
Las persianas fiscalizan la gradiente de luminosidad
que dispondrá la visibilidad del cuarto.
Una morosidad extendida emerge como la invariante,
apenas unos contados muebles,
semi-circunferencias de luz,
y un tipo recostado en el piso.
En la pantalla del televisor
imágenes se amontonan sobre otras,
un collage distiende las fronteras de los cuerpos fílmicos;
puso la película,
apretó rewind y empezó a tomar latitas de Speed:
sus músculos con espasmos de aceleración
observa una historia remontarse hacia atrás,
piensa que con la paradoja de los ritmos se está burlando de algún destino,
mientras en la otra habitación
el pastor alemán sigue lamiéndose las bolas
y el tacho cada vez se agrieta más.
El tiempo continúa su paso de pingüino asfixiado,
lo que ocurre en las personas
siempre ocurre a su costado.

A los 16 años,todo cambió,salvo el ridículo

lunes, 20 de octubre de 2008

"Vas a ver que tras el arco iris, Javi, hay un duende..."
-Filosofía política sin libreto-



Una revolución
un éxtasis pero sin rostro ni rótulo,
un deja vú inédito.

Se convive con la trémula respiración
de diez nenes de arena,
sus miradas son horcas
van degollando en silencio la consistencia
de las cabezas.
Diez nenes de arenas,
cada uno ubicado en el punto más hondo del mundo
bajo incipiente lluvia
lanzando sus miradas filosas.

Abismales éticas tejiendo capullos de seda para la larga mutación.
Un deja vú sin pasado.

Una revolución no-proletaria
una revolución no-peronista
una revolución no-burguesa
una revolución no-queer
una revolución no-estatal
una revolución no-continental
una revolución no-esteticista
una revolución no-planetaria

Un deja vú siempre desconocido

Una revolución
que devuelva la dignidad de caminar para atrás como los cangrejos,
o de estancarse en un punto como el colibrí mientras aletea
o simplemente colgar de una rama hasta caerse como el Perezoso;
devolver la antesala de los nombres y sus cauces
como si el bautismo fuera siempre ese ritual
que algún pariente retarda.
Una revolución como ese pariente bobo y desorientado.

Una revolución
sin rostro
un deja vú inaudito que nos susurre al oído
que algo hace ruido:
el gato de la Matrix.
Digo revolución, y si hay eco
es porque la miseria es siempre un efecto.

viernes, 17 de octubre de 2008



"...tortita de manteca,para mamá que le da la teta/tortita de cebada,para papá que no le da nada"

-épica filial-


/1/
Orán es un calco de otro pueblo que no conozco:
San Ramón de la nueva Orán.

Al costado de una ruta,
el Renault 12 decompuesto
cerca de las salinas de Santiago.
Un chico
acostado en un suelo sin vegetación
pierde su mirada en el
juego marino e ilusorio
de los suelos blanquecinos.
Efectos de superficie
distensión al costado de una ruta nacional,
de una familia que discute,
al costado de su propio cuerpo.
El niño
cierra cansado los párpados,
no tiene sed ni ansía nada.

/2/
Antes,
hermana pregunta por qué
“de la NUEVA Orán”
Las ventanas están a medio abrir
y el viento distorsiona las voces,
el diálogo se entrecorta
las voces son mitad palabras
mitad un sonido de ramas quebrándose.
Ya no hay radio y no hay cassettes
no hay animales
no hay árboles
ni pueblos.
En el sopor de ese destierro
hermana dormita mientras madre responde su pregunta.
Cada cosa parece enroscarse en su intimidad,
y sólo sonidos agrietados
arrullan tanto desierto como canción de cuna.
/3/

El Renaul 12
recupera la marcha.
Otra vez sobre la ruta
somos nuevamente un destino,
Córdoba.
Atrás tuvimos que dejar
,por sobre peso,
Kilos de choclo que traíamos de Jujuy.
Sé que no es lo único que despachamos
que en un viaje cosas se van perdiendo:
Choclos,
departamentos,
padre,
amigos,
vida.
Algún día haré el camino inverso por la Ruta 9.
Voy a buscar la potencia de esos choclos
dejados al lado.

/4/
San Ramón de la nueva Orán es una ciudad en deuda
con un pueblo en algún rincón de España.

En el viaje a Córdoba
en las fronteras de Orán
el niño tuvo una decaída de su fiebre,
y vió tras el auto
una manada de enfants sauvages
hombres-lobos, primates sin lengua
enanos de mirada desaforada, perversa
arreciar con toda la ciudad.

No tuvo miedo,
un amor de extranjero lo cobijaba
en el estomago de su madre.

Bautismo involuntario

miércoles, 15 de octubre de 2008



...Nueve,diez! El que no se escondió se embroma

-Alegoría familiar-


Ninguna fábula debe tener monstruos con rostro humano


Al frente del Monoblokc

donde vivíamos

hay un baldío al que le clavamos dos arcos,

al lado, una casa en construcción abandonada.


Ningún cuento de hadas puede relatar dolores profanos


Varias veces la pelota

caía en ese edificio destruido y penumbroso,

siempre iba yo.

Una vez mandé a mi hermano menor,

volvió sin la pelota

y en completo silencio.

Camino recto hacia nuestro departamento.


Hace dos días

recordé el suceso,

le pregunté qué había visto.

"nada, javi, no ví nada.

Eso fue lo que pasó"


Los niños mueren,

mi hermano murió,

cuando descubren que la magia es algo que nos fue quitado.


sister and brother

sábado, 11 de octubre de 2008



Juguemos a que el lobo no está

-mito personal-



Morir es un verbo imposible de conjugar.


En Orán,

siestas continuas y sin frenos de verano,

38 grados

y un juego que inventamos con Gonzalo:

uno propone al otro el fallecimiento imaginario de alguien,

luego se actúa la reacción.

El juego duró una sesión.

se muere tu mamá

La sensación de aplastar una uva sin culpa,

así fue mi piña sobra la cara de Gonzalo.

Orán,

anocheceres con olor a pasto quemado,

30 grados.


Nadie muere solo.

Toda muerte es plural.

Hermana-piano-vieja navidad

jueves, 9 de octubre de 2008



Reprobé Composición en la secundaria,y aquí estoy.


-lo real es lo que se escribe, lo que tiene sonido-






/1/
Escribe “París”
en el buscador de google
no sin antes hacer un clic en el redondel que
deschava sus incapacidades en otros idiomas,
luego golpea ansioso
el botón de Enter
y constata que existen
19.300.000
(diecinuevemiltrecientomillones)
de links con ese nombre.
En ninguno
encuentra un poema donde
se escenifique un encuentro imprevisto entre él y J.
Intenta escribirlo
y no puede.
Hace trampa.
Habla en tercera persona.

/2/
Cuando no se puede meter un gol con un Messi
se acude sin remordimientos a un Palermo.
La misma ética se traduce a la literatura.

/3/
Los espacios son finitos
-sentenció mi profesor de física-
si uno mete y mete y mete cosas,
algo escapa.
Pienso ahora que
si uno agrega y agrega y agrega cosas
no sale volando algo,
sino que el espacio mismo deja de existir,
se va por una tangente.
No tiene nada que ver,
pero también pienso
que si amontono palabras, ideas y sensaciones
mi brazo izquierdo puede salir eyectado hacia cualquier parte.
París, por ejemplo.

/4/
Si un defensor es claramente incapaz de marcar
a un delantero con más habilidad,
se le ordena que desde un comienzo le pegue patadas
en la pantorrilla cuando no tiene la pelota.
Que lo feo amedrente a lo bello por violencia minúscula y repetida.

/5/
Probá tirar pintura verde sobre un perro.
Por extraño que suene,
resulta un mutante.
No un perro verde,
un tercero,
un monstruito casero.


/6/
Rimbaud sentó a la belleza sobre su rodillas
y la injurió.
No hay problema al respecto,
la belleza siempre fue masoquista.

sábado, 4 de octubre de 2008

Las sobras de una cena nos mirarán desde su purgatorio
-Primera parte: versión preliminar-


Vino.
La puerta de mármol, chirrido de su abertura. Un rayo de luz, otro más, un tercero que amaga, entra, y termina de no pasar. Pero él, él sí entra. Vino, digo, aunque es raro. Raro sus zapatillas Adidas raspando el parqué del depto, su caminar de piernas cansadas, pesadas, ancladas a una gravedad, una fuerza que empuja desde un-muy-abajo; un tirón de un sótano vaya-uno-a-saber-dónde, pero profundo y semi-oscuro, seguro. Caminar, entonces, lustroso. Da una media vuelta, su brazo se alarga hasta el picaporte, empuja. La puerta de mármol, chirrido simétrico de su cierre- algo hay que hacer con esa puerta- Termina de caminar. Su cuerpo en el medio de la sala, un protagonista en una obra de teatro a punto de enunciar su parlamento. No dice, ni va a decir absolutamente nada. No hace falta comprobar. No, vino, y con eso basta. Todo lo que puede traer, lo trae en su cara sin semblante, ni tics, ni mirada. Vino, y es raro.


Vino.
Es extraño, y no tanto, pero digamos que sí, que es inusual. Porque Shorke murió ayer. Yo fui a su velatorio, hice como que lloraba, sí, me contaron que alguien vio que dos lagrimitas algo verdosas, penosas, hacían reconocimiento de territorio por mis pómulos. No les creo, no son mentirosos, pero los espejismos existen. No confío, sería mejor decir, no confío en sus relatos, sobre todo porque no estaba triste frente a su ataúd; era mi amigo, ni lo niego ni lo dudo, pero en mi esternón no tenía un hovillo condensado, sino un tejido deshilachado al viento. Tenía muchas ganas de cantar el himno de Croacia, un himno que con Shorke jamás escuchamos, pero que en unas de las tantas siestas a la vera del arroyo Trístesis inventamos sin pudor, con malicia agregaría. “Croatas de mierda, se creen raros por tener nombres fuertes, y guerras de colores lindos.” Ni Shorke ni yo sabíamos absolutamente nada de Croacia, pero desde que escuchamos por primera vez en segundo grado unos cuantos datos aislados-su nombre, sus guerras, algo de su geografía-, decidimos con alegría odiar ese país. Y, por eso, retomo, tuvimos que inventar su himno, con una malicia de mirada lateral, de gato que salta desde una esquina para arañar mientras revolotea su cola de contentura; al costado de Trístesis, mojando los pies, Shorke gritó para nadie, pues nadie había salvo yo, y no era necesaria la exageración ante mi presencia: “Croatas de mierda, se creen...” Y empezó a chapotear en la profundidad del arroyo, en su profundidad cínica de diez centímetros, mientras sus pupilas azul marino rebotaban por toda la libertad de los ojos, chocaban sin sentido como pelotita de tenis yendo de un lado del campo al otro, solo que a veces esa pelotita se estancaba en un punto y seguí en movimiento; como Shorke, que podía estar inmóvil, y sabía que todo se movía, que todo era sismo; como el arroyo que no necesita congelarse para ser una fotografía; o como la ciudad-pueblo donde morimos y vivimos, que cumple aniversarios de fundación pero que yo sepa siempre se mantuvo en una fecha que confirma cada vértice de su arquitectura; todo está inmóvil, anclado en un punto donde la gravedad se pasa de mambo, pero que a su vez retiene una vibración espantosa pero trivial. Como un himno, desde las pupilas de Shorke hasta la Ciudad-pueblo, todo acá es una potencia con sobrepeso, una potencia cuadripléjica. Una vida que se arrastra.

Vino, vino Shorke. Y ahora parado en el centro de la sala, en medio de una semi-esfera de luz, comienza a entonar nuestro himno de Croacia. Un zombie en mi depto tarareando un himno inventado sobre un país del que nada sabemos. Pienso: algo tengo que hacer con el chirrido de la puerta de mármol. Shorke se desamya, un lento aroma a putrefacción se asienta en los muebles. Tiro unas sábanas sobre su cuerpo sin orden. Algo tengo que hacer con esa puerta. “Vendrán marineros con ojos negros/y una sirenas con piernas y vellos/ vendrá una aluvión de tierra de calle sin asfalto/ y nos petrificará en medio de nuestras llanuras/ ¡viva nuestra Croacia!/ en el poco tiempo que le queda...”
Así empezaba nuestro Himno. Pero en una entonación que nosotros compusimos en el arreglo de nuestras voces, pero que creo no podría reproducir. Sería algo así como un duende cantando la Marsellesa. O una madre llorando a su hijo muerto de sobredosis, mientras por lo bajo mi risa repiquetea en la madera del cajón. Algo así. Pero nada que ver, también.

En resumen. Shorke vino. La puerta chilla. Y el ocaso de Croacia, ahora, es inminente.

jueves, 2 de octubre de 2008

THERE´S NO FUTURE...FOR ME!!!

Hubo una época donde "el escritor" era el-gesto-de-su-ausencia; pero:



La poesìa en las Islas Caimàn




La poesía se bajó los lienzos

¡Pa vó, Darìo, metete la torrrre de marfil en el orto!
pero: yo no nací en esa época. El escritor resucita, zombie, y descerebrado
¡Viva la revolución!